viernes, 27 de julio de 2007

2006


Catalogo "7 miradas"
Galería Artium, Santiago 2006
Texto: Ricardo Loebell

Estamos ante siete reflexiones estéticas cuya configuración proviene del cruce entre experiencia y creatividad en el arte. Éstas operan en sus representaciones desde diversas técnicas y materiales (escultura, grabado, pintura y técnica mixta). Las temáticas son versátiles y por momentos contiguas, generando en su conjunto una mirada que no resume, pero sin embargo, se extiende más allá de la muestra.

La obra de Lucy Lafuente es una meditación sobre la dimensión intangible de la materia en el tiempo. Hay una búsqueda del rostro que se encomienda en el trayecto hacia lo supranatural; aquello que Goethe denominaba la naturaleza sublime en la naturaleza. Veo en el "Torso" el talid del orante que cubre su rostro en el recogimiento. En la "Luna de Agosto" hay un equilibrio que pareciera suspender la dimensión sonora de la materia. Más allá, los elementos del alma y cuerpo reflejan a un "Saturno" que permuta su forma en una nueva combinatoria. En la "Pareja" los cuerpos están a punto de neutralizar su polaridad integrándose en una morfología complementaria.

La escultura de Roberto Bascuñan se desdibuja en la silueta de su sombra. Por de pronto hay un gesto que recuerda al viejo Giacometti. No obstante, su valor académico lo guía por diferentes rutas en la gestación artística y en el compromiso con los materiales concerniente a la figura y su forma.

El grabado de Jorge Martínez reproduce múltiples texturas, que a partir de una técnica muy precisa engendra un juego laberíntico de punto y línea. Su obra "Mándala" permite apreciar una perspectiva de capas superpuestas extendidas en la superficie del grabado. La composición alquímica de matices engendra en su luminosidad una reproducción dt Valparaíso semejante a una anfiteatro. De carácter enigmático es su obra "Buho, til ti árbol", de cuya escena se desprenden con mucha nitidez un tipo de huella» qut riOUird«n a una representación de un ritual en el pasado.

La obra de José Basso puede parecer inquietante al mostrar la vastedad de los espacios, la síntesis de los elementos y la infinita quietud que recrean el recuerdo de un realismo metafísico. Este artista es un maestro de la diferencia en la repetición. En la reiteración, su obra cobra toda vez nueva luminosidad, un curioso deseo de mirar el infinito a través del paisaje compuesto de la simpleza de la forma y la plasticidad de las texturas cromáticas.

Asombroso viene siendo el trabajo de Claudia Cataldo, cuya técnica mixta incita a reflexionar sobre la mítica figura de un animal, al experimentar con texturas que le asignan el carácter quimérico a la obra. Por momentos se recuerda al velloncito de las antiguas leyendas. El ojo y la mano se extienden del deseo al transfigurar la ob en un nuevo culto de mirar.

Mario Ibarra (Paté) interviene bucólicas escenas con excéntricas interferencias que provienen de temáticas chamánicas. En una serie de propuestas se advierte la transgresión del paisaje parodiando la pintura clásica mediante un orgánico dreeping de fecundas secreciones y excreciones. En un proceso de coprofagia se transforma su pintura dantesca en una alegoría apolíptica de la realidad.

Edwin Rojas desarrolla su obra en una corporeidad simbólica como se conoce de ritos y teorías tradicionales mesoamericanas. El género se desenvuelve en retóricas identidad extendiéndose hacia un horizonte entitario, en disidencia de criterios polarizables Si se trata de una tentativa de trascender una situación particular y de recobrar situación original transhumana y transhistórica, el artista desarrolla una obra conformada por una constelación arquetípica. Entonces la obra se extiende desde un lugar mítico abierto, en una morfología pre- y postfigurativa en la presencia del engendro y la muerte.

Ricardo Loebell