viernes, 27 de julio de 2007

2003

Diario La Estrella de Valparaíso - 02/08/2003

Hoy viajan seis artistas porteños
Arte chileno a La Habana
Creadores presentarán primera exposición colectiva nacional en el país caribeño.

Las relaciones artísticas entre Chile y Cuba siempre han existido, aunque por la distancia y situaciones política - éstas han pasado por diferentes momentos de intensidad. Varios son los chilenos que han presentado su trabajo en bienales o muestras individuales, pero por primera vez un grupo de artistas se dirige al país caribeño para presentar una exposición colectiva: "Proa al cañaveral".
Se trata de Antonio Guzmán, Edwin Ro-jas, Nancy Cila, Luis Salas van deer Meer, Mario Ibarra (Paté), Patricio Bruna y Marko Molina, quienes tienen como punto en común el ser porteños y haber comenzado a desarrollar su obra en la década de los ochenta. Todos parten hoy a Cuba (excepto Nancy) con el apoyo de la Universidad de Playa Ancha (en la cual varios son académicos).
Antonio Guzmán, principal impulsor de la iniciativa, dice que ellos optaron por realizar una auto gestión "porque uno no puede esperar que te den las cosas para realizarlas".
Sobre el nombre de la exposición, Guzmán afirma: "Quisimos rescatar el nombre de un local porteño que se asocia con un barrio bohemio y nos conecta con un destino marino, similar a esta aventura que nosotros estamos iniciando. Valparaíso está presente con el logo del Wanderers que pusimos en el catálogo y la fotografía de la avenida Altamirano que se asemeja a La Habana. Los símbolos están ahí, pero no vamos como una delegación porteña, sino como un grupo de artistas chilenos que va a mostrar sus creaciones y a generar un intercambio con otros creadores y universidades".
La exposición se presentará en la galería Catálogo de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba y posteriormente, en enero, será exhibida en la sede regional de Balmaceda 1215.


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Catalogo "Proa al cañaveral"2003
Textos:
Presentación Antonio Guzmán Curador de la muestra
Redescubriendo la plástica chilena David Mateo, Critico de arte y editor
IN SU LAR Ricardo Loebell Curador y critico de arte

PROA AL CAÑAVERAL
(envió Valparaíso - La Habana)

"Proa al cañaveral" es el nombre que tiene un antiguo restaurante de Valparaíso, ubicado en el centro del más importante circuito bohemio de esta ciudad. Este sector, lleno de callejuelas, escalas y edificaciones maltrechas por el paso del tiempo, ha sido llamado popularmente "El Barrio Chino", nombre dado por los marinos y gentes que lo viven y lo habitan. Este barrio,en tiempos pasados, era el centro de reunión de los navegantes que arribaban a este puerto cuando todavía no se pensaba en remodelaciones ni menos en postulaciones como Patrimonio de la Humanidad.
Valparaíso históricamente es en sí, el puerto principal de nuestro país, considerado en su momento, una de las rutas de comercialización más importantes de Chile y del mundo, debido a que era la única conexión existente entre el océano Atlántico y océano Pacífico.
Asumiendo la razón de ser del puerto como zona de contacto entre los diferentes destinos, es que la exposición ha rescatado el nombre "Proa al Cañaveral", que por su connotación, asume la ruta de viaje y de destino.
La salida de obras hacia otro puerto, La Habana, para generar la zona de contacto.

Antonio Guzmán
Curados de la muestra

REDESCUBRIENDO LA PLÁSTICA CHILENA

Las primeras y quizás también más entusiastas- impresiones que recibí sobre las artes plásticas chilenas de las últimos diez o quince años, vinieron de parte del pintor y dibujante Arturo Montóto. Aunque en honor a la verdad, más que haber hecho énfasis en las obras de determinados artistas o tendencias puestas en práctica, él se afanó todo el tiempo en tratar de demostrarme lo imprescindible que fue para su evolución como artista la interrelación que llegó a ejercer con el ambiente creativo de ese país. A pesar de los múltiples argumentos que había esgrimido en tal sentido, siempre me pareció la suya una tentativa de vínculo un tanto extraña, irregular, casi a contracorriente; pues en el mismo período en el que la plástica cubana dirigía su mirada hacia horizontes más "expectantes" como el de México, Panamá, Venezuela, Alemania, o Miami,él había decidido irse a probar fortuna a ese lejano país del sur-oeste americano. Tardé algún tiempo en comprender que Arturo estaba en lo cierto, que algo realmente provechoso nos habíamos estado perdiendo del nexo interpersonal con el arte chileno de la década del noventa; una clase de intercambio que se mostraba a todas luces tan ganancioso como aquellos que pretendíamos sostener con el resto de los territorios. Su caso era justo la mejor evidencia de ello; porque aún cuando había regresado de su periplo por Chile con moderadas conquistas financieras, llevaba consigo una diversidad de contactos, de amistades consolidadas, y estaba repleto además de nuevas ideas y conceptos, varios de los cuales constituyen hoy día el fundamento de esa distintiva visualidad que ha impuesto en el escenario artístico cubano. Sin embargo, sabemos que no pocos coterráneos suyos describieron una trayectoria bien diferente, pues luego de ¡ncursionar por tierras más "prome-tedoras" no sólo habían regresado con las arcas vacías, sino que habían desvirtuado una serie de presupuestos con los que se dieron a conocer en Cuba durante la década del ochenta y principios del noventa.
En realidad no he conocido muchos artistas que, como Montóto, hayan tenido una experiencia de intercambio tan funcional, una conexión tan específica y de tantas utilidades con el universo de la plástica chilena más actual; situación que contrasta con lo que ocurrió durante los años setenta y parte del ochenta.en los que nuestras compensaciones en materia de cultura,sociedad,y política llegaron a ser,de manera generalizada, mucho más fluidas y sistemáticas.
Ahora, salvo la vigencia histórica de determinados hitos provenientes de aquella época como Roberto Matta, José Balmes, Guillermo Núñez, o Lotty Rosenfel; la recurrencia por momentos ineludible a la figura del cubano-chileno Mario Carreño;y algunas que otras referencias proporcionadas por instituciones como el Centro Wifredo Lam y Casa de las Américas, nuestras oportunidades de obtener información acerca de lo que ha estado ocurriendo en la plástica chilena son ciertamente reducidas. Hace muy poco, incluso, uno de nuestros artistas más connotados: el escultor y dibujante Alexis Leyva (Kcho) realizó una muestra personal en la galería Gabriela Mistral de Santiago de Chile y los medios cubanos apenas dejaron testimonio del hecho y de su repercusión cultural. Inconveniente que se exacerba si tenemos en cuenta que este acontecimiento podría ser valorado como el re-inicio, todavía desde una perspectiva bastante reservada, de una serie de gestiones oficiales en aras de propiciar una articulación enriquecedora entre nuestros patrimonios.
¿Cuáles son las novedades que hoy manifiestan las artes plásticas chilenas desde el punto de vista formal y conceptual? ¿Quiénes son sus protagonistas y qué aspectos de identificación pueden tener con la plástica cubana? ¿Continúan nuestros contextos compartiendo, como antaño, preocupaciones sociales y culturales afines; o más aún: continúan los creadores representándolas a partir de un instrumental alegórico cohesionador? Estas son algunas de las interrogantes que han estado pendientes durante estos años sin haber arribado a una respuesta satisfactoria; y estas son a su vez las inquietudes que tratará de corresponder ahora la exposición "Proa al cañaveral, 7 artistas chilenos, que inauguramos en la galería Catálogo de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba.
Debo decir que el chileno Antonio Guzmán ha sido el principal artífice de esta iniciativa. Fue él quien intuyó, a partir de sus contactos anteriores con el mundo del arte dentro de la Isla, y la no menos categórica exhortación de sus amigos Montoto y María Eugenia, que este podría ser un escenario propicio para fomentar un contrapunteo de símbolos, códigos y expresiones, que para nada parece dispensar la divergencia de percepciones e interpretaciones entre nuestros sitios de origen; una oportunidad que mensurará de forma excepcional (a juzgar por los diálogos y confrontaciones que de seguro podrá suscitar) el alcance de la producción artística de Guzmán y la de los otros creadores que le acompañan como Nancy Cila, Patricio Bruna, Edwin Rojas, Luis Salas, Marko Molina y Mario Ibarra (Paté).
Con la conjunción de estos jóvenes autores y sus obras, quedará para los miembros de la Asociación, investigadores, estudiantes, y público en general, un registro inestimable no tanto desde el punto de vista cuantitativo, como cualitativo de lo que compone en la actualidad una parte del arte chileno más adelantado, audaz; un arte que parece sostener su voluntad de experimentación en procedimientos como la instalación o la obra volumétrica, el video-arte, la esculto-pintura,y el tratamiento pictórico más genuino, asumido desde una provocadora dimensión expresionista. La recontextualización de figuras e iconografías fabulares emblemáticas, subvertidas, mixturadas en su literalidad a la manera de un gran pastiche; la búsqueda de una condensación en las composiciones y los formatos; la intención de arribar a una síntesis en los artificios retóricos, sin descuidar por ello los posibles puntos de conciliación con el público (ajeno y cauteloso para el caso),y el juego con'los distintos niveles de hermeticidad y persuasión poéticas, que reconozco también enlazado con el uso de atmósferas surrealistas, son algunas de las características más sobresalientes de las obras que se agrupan en esta exposición, a las cuales no sólo auguro de antemano líneas significativas de conciliación con las expectativas de nuestro medio artístico, sino también diferentes niveles de re-encuentro, de emparentamiento, con lo más aguzado, innovador, y contestatario de la plástica cubana.
David Mateo
Crítico de arte, curador y editor.


IN SU LAR

Desde tiempos inmemoriales se sabe que la mirada se dirige aloque no se percibe. Hay algo en ella que busca la ausencia o lo otro y se inquieta por encontrar marcas de una diferencia. El observador descarta aquí lo inmediato y busca en las idénticas imágenes contiguas su laberinto,obsesionado por detectar una incongruencia. Esto sugiere, más allá de Cézanne y en los polípticos de Rene Magritte, la problematización de la visualidad en la morada de la antinomia, que pasa por una idea fenoménica de aprehender la realidad. Aquí se refiere a una intersección en que discurre el proceso narrativo de las obras de esta muestra. Por otro lado es cierta calidad de tiempo y memoria que reúne a estos artistas.La memoria se articula desde su carácter insular. Se necesita la facultad del presente, para poder recordar. Proust resta tiempo al presente y utiliza todo momento de percepción para llevarlo al pasado. Pero el presente será pasado,y será anhelable en el futuro.No hay capacidad de agotar el presente en el presente. Aunque se sabe, que este alguna vez se decantará en pasado, y se anhelará de un futuro presente, que valide el presente en su pasado.
Validar el presente, y con ello la noción de tiempo que tiene el ser humano, es sólo posible en el pasado, por medio de un nuevo presente. Ahí engendra el sentido histórico de la realidad; sin esa experiencia señalada, no hay una noción de historia desde el presente. Al experimentar este ejercicio, o ejercitar la memoria, nos percatamos de que el presente tendrá en la posteridad un significado digno de aquilatar. En Proust,el acto de recordar el tiempo o recuperar el tiempo perdido, no va a ser el seleccionar recuerdos del pasado, sino añadirle concientemente, elementos del presente al pasado. Montarse en la corriente del tiempo; salvar la melancolía, de cierta manera, no sentirla, devenir en ella.

Antonio Guzmán
Hay una niña perdida en su obra. Puede ser de Chineo, de Balthus, de Helsby o de Carroll. Ésta atraviesa blasones en una muy fina línea cromática, dejando figuras zoomórficas que recuerdan al ilustrador de Lewis Carroll, John Tenniel.Se trata por momentos de una heráldica compuesta por un juego de rompecabezas, que desde su inversión y ornamento tematizan a Magritte en un contrapunto de la poesía visual, acunándose en el 'ojo' de la contemporaneidad del silabario de Claudio Matte (1902). Aquí influye la semiología de imágenes, cuyas asociaciones oníricas despiertan al que parece caer por un pozo profundo en el lenguaje. La familiaridad fabulesca sorprende al ojo acostumbrado -como diría Alicia- a que todo cuanto le suceda sea extraordinario, pareciendo extraño que la vida discurra normalmente, como si nada'. Ella necesita una indicación para perderse en el laberinto. Aquí se comprende la melancolía en la que se define la objetualidad con el ojo sin nombrar. Así se extiende cada pieza de esta obra semejante a una adivinanza.

Nancy Cila
Cuando falta la cabeza hay un lugar en el universo en que se la piensa. No obstante, la falta de la falta se echa de menos. Recuerdo la historia de Lisabetta y Lorenzo del Decamerón de Bocaccio, narrado por Pier Paolo Pasolini. Cuando los hermanos de Lisabetta matan y entierran al joven, ella lo exhuma y le corta la cabeza para guardarla en un macetero y estar junto a él.También hay algo en esta obra en que la cabeza se inquiere reiteradamente a través de morfologías orgánicas que parecieran ilustrar su estado mental o el misterio de su pensar. Esta cristalización trabaja a favor del tiempo del proceso en que se estructura la obra desde su pigmentación.El trabajo parte de una percepción congruente en líneas pensadas desde una energía que va transformando la obra en un tiempo larvario desde el goce del proceso de pintar. Éste pasa por el tiempo del recorrido del pincel, relacionándose corporalmente con los materiales, las pastas y pigmentos que asocian libremente su dimensión semántica. De esta energía capital se urde un pensamiento capicúa que incita a remirar la obra da capo.

Edwin Rojas
En su obra hay algo detenido en el espacio a la espera de un suceso. Esto recuerda por momentos el relato de Borges,"EI milagro secreto" donde al protagonista Jaromir Hladik, condenado a muerte, se le otorga un año de su tiempo, al detenerse el universo físico a través de fuerzas supranaturales. Para que en dicho 'instante", dos minutos antes de su fusilamiento, logre concluir su obra cabal. El artista aprovecha de sustraer los fenómenos del tiempo y emplazarlos sobre el lienzo en un nuevo realismo metafísico. Todo está ahí como un secreto que no tiene lugar. De hecho las sombras se proyectan hasta percudirse en la espera. Desde un ejercicio lúdico se recupera aquí el pasado. Lo que obsesiona es una cierta y dichosa proporción objetiva de la realidad, los cuerpos se encienden y se enbeben en sus colores y sin embargo, algo queda trunco en su deseo. Entre los cuerpos en el lienzo se divisan 'tablones' cuya madera, como decía Federico García Lorca, está ya cortada.

Marko Molina
De la obra del artista se desprende una materialidad que irrumpe en la morfología de una dimensión espacio - temporal. En la clonación de mitologemas se percibe una extraordinaria abstracción y distracción de la mirada, que pareciera registrar en un dispositivo escenas cotidianas al paso del zapping. Se advierte aquí la imposibilidad de alcanzar una reflexión presocrática en la tentativa de regresar aun origen genesiaco de la historia de la humanidad. Pre - y poshistoria parecieran fundirse aquí en un discurso rizomático postmoderno.

Patricio Bruna
Si bien es cierto que los prerrafaelistas reivindicaban profundidad anímica y la obra debía inspirarse directamente de la naturaleza, esta corriente se extendió a amplios círculos en que escultores y poetas se reunían motivados por impulsos de introspecciones, estados de conciencia supranaturales y desdoblamientos, que se pueden leer como un gesto crítico y a veces escapista frente al mainstream del positivismo. Patricio Bruna retoma diversas obras de distintos períodos del arte y las contextualiza en una nueva combinatoria, creando desde la cita al problematizar su carácter contemporáneo. Su obra contrae la noción del tiempo en un ejercicio mítico. De ahí surge una propuesta paródica referente a la legitimidad de la historia de occidente, en ese sentido su obra se gesta en un territorio euroexcéntrico. Como fondo formal él elige tonos rosáceos sobre azules, que a veces se matizan en un blue mourant barroco.

Luis Salas van der Meer
Si se remonta al Valparaíso como puerto principal en el período del istmo panameño, previo a la construcción de su canal, se puede recuperar de la ruina la cartografía imaginaria de la ciudad, desde una mirada que resárcela memoria al reconstruir el pasado en un collage de archivo. Ligados a la noción de archivo se produce la constelación simultánea de una serie de elementos, lugares, situaciones y personas, que otorgan deslindes arquetípicos del tejido cultural de una nación. Como modelo, su obra articula un espacio que recontextualiza materiales encontrados en un tiempo definido, bordeando el recuerdo que le otorga a la cosa su origen primigenio de causa, es decir, motivo. Hay un gesto que impulsa engendrar una visión panorámica del tiempo transfigurado en el espacio. Esto ocurre en un oteo que se resuelve en un mapa tramado por los lugares en escala. Su poesía visual y objetual lleva la marca de un colorido de los años transcurridos, resistiéndose al desteñido de su reminiscencia.

Mario Ibarra(Paté)
La obra se articula de distintos ángulos en la que se confrontan espacios político-históricos con el lenguaje chocarrero y grotesco. La realidad surge aquí desde la mirada por un periscopio. El artista intenta trasladar la pintura a un imaginario de simulación robótica, cuando desplaza a los protagonistas de la junta militara la edición de un video con el título "Pin-up"(Pinochet- Unidad Popular). Igualmente en otro trabajo suyo se realiza el diálogo entre tatuajes 'agarrados a cachetes'. En los cuerpos palpita una temporalidad en que se refleja la morbidez que desolla la memoria de una mueca. El gesto es penetrante y agudo como un piercing. Ahí el artista domina una región donde penetra, agujerea, perfora, traspasa, horada, pincha, para reponer al cuerpo social, transido de dolor, de su aparente amnesia histórica. En su obra surgen situaciones lúdico-irónicas desde la acuciosa manufactura en representaciones simuladas del pasado, o a través de un diálogo picto-escultóríco con una virgen en tenida violácea, tramada desde un imaginario de la religiosidad popular.

Ricardo Loebell
Curador y Crítico de arte.