viernes, 27 de julio de 2007

1993


Valija Cultural ,El Mercurio de Valparaíso(06/08/93)
Entrevista:Eugenio Rodríguez

Mario Ibarra
"Pintar me produce tormento...y mucha transpiración"
Durante un tiempo —y no por hambre, porque, después de todo no estaba tan mala la cosa— a Mario Ibarra le dio por dibujar una tripa de paté en los muros del cerro Alegre, donde ha vivido siempre. Le daba y le daba por dibujar esos embutidos porque hallaba que Valparaíso era —y dice que lo es todavía— un "hoyo patético" para el desarrollo de las artes. Firmaba esos dibujos como "Paté" y le agregaba, más chiquito: "tico". Hasta que quedó por "Paté", como firma sus telas.
Cuenta que tomó en serio la pintura hace pocos años, pero tan en serio que sólo se dedica a ella y a la compra-venta de antigüedades, las que remienda él mismo para comerciarlas. Hizo el servicio militar "de pura mala pata", pero le sirvió para darse cuenta de que hacía falta encontrar un rumbo porque antes pintaba sólo "por hacer algo". Y entró a una escuela de bellas artes, de donde lo echaron ese mismo año.
Ha ganado 15 premios, destacando el Arte Joven 1987 y, luego, menciones y selecciones en el Salón Regional de Artes Plásticas 1984; Bienal de Valparaíso 1989; El Color del Sur 1992 y Arte Joven 1992 (mención de honor en pintura). Esta vez obtuvo el premio de especialidad en técnicas experimentales, con un enorme trabajo titulado "Video campolindo", en el que la base, es una cuero de vaca, y los aditivos, la estopa que sacó de un sillón viejo, más los dibujos con los que quiso expresar la idea de un Nintendo, ese juego electrónico de hoy.
—¿Qué quiso significar con ello?
—Una alternativa a la pintura, porque en mi caso, la pintura, más que agradarme me produce tormento... Pintar es mucha transpiración. Había que buscar una cosa diferente. Yo pinto mucho y cuando a uno la pintura lo empieza a saturar uno mira para la casa del lado.
—¿Hay también una postura ecológica?
—Claro... Hay un montón de cosas. La idea fue hacer un video, un Nintendo artesanal con un cuero de vaca que tenía un cuñado mío, más la estopa que saqué de un sillón que estaba arreglando... Se me ocurrió la idea de hacer una gran pantalla de campo graneada con 'monos' como los que hace mi sobrino, que se lo pasa jugando con un Nintendo. Esa era la idea. No sé si lo logré o no.
—¿Pensó que podía ganar algún premio con este trabajo?
—No... Para nada, cuando recibí la noticia, me asombré. Y reí también...
—¿Por qué se rió?
—Bueno, yo sé que los jurados son tres personas que deciden... Son tres opiniones. Sé que lo que deciden no es una verdad ni es una mentira. Es la opinión de tres personas, nada más. Me reí... porque...
—¿Porque le creyeron?
—No; porque... Bueno, este trabajo lo hice como una alternativa a la pintura. Era hacer algo diferente. Y si esas tres personas pensaron que era novedoso, aunque yo creo que no era muy novedoso tampoco, me reí...
—¿Qué le parecen los premios del Arte Joven? ¿Están a la altura del certamen?
—Yo creo que no. Uno conversa en Santiago y los pintores jóvenes lo conocen y quieren concursar acá. Por eso creo que los premios son muy chicos; muy poco estímulo. Si se compara con otros, éste es el más pobre. Ahora hay un concurso en Talca donde los premios son mucho mejores que los de acá. (N. de la R.: Mario Ibarra recibió un diploma y el libro sobre Neruda que editó la U. de Valparaíso el año pasado).
—¿Ha habido un cambio en su estilo últimamente?
—Sí... Bueno, en realidad, las motivaciones son las mismas; la temática a lo mejor es la que cambia a veces...
—¿Será por eso que el trabajo suyo en el concurso Iglesias de Valparaíso, en la Galería Municipal, se veía tan diferente a lo quese le conoce?
—Es que mi temática principal es el hombre; el hombre en su espacio mínimo, reducido. El espació propio de Valparaíso. Entonces el paisaje yo lo enfrento diferente; no es lo mismo pintar un paisaje en un rato que hacer algo pensado, que viene siendo madurado desde muy atrás. Es diferente.
—¿Por qué cuando pinta el ser humano se ven esas expresiones de horror; personas dando alaridos y con un colorido contrastante y agresivo?
—Yo siento agrado al pintar los hombres así; o sea, me gustan los personajes que estén como en el top del sufrimiento o de la alegría.
—Pero usted pinta no en el top de la alegría, sino del horror, del espanto. ¿Me equivoco? Porque también aparecen los perritos esos mostrando sus colmillos...
—Claro. Perros volando y cosas así... Bueno, eso es Valparaíso. Yo veo así a Valparaíso. Es que cuando uno baja las escaleras los perros lo salen siguiendo o ladran sobre los techos, cosas que sólo se ven en este puerto.
—Usted dice que goza pintando eso, pero me decfa también que la pintura le produce tensión y sufrimiento.
—Claro; pintar es sufrir, en realidad. O sea, cuando uno pinta,' el momento de agrado es mínimo; es cuando uno deja de actuar' ' y se retira a mirar lo realizado. Pero el momento mismo de lograr lo que uno tiene en la cabeza, más que agrado le produce sufrimiento.
—¿Y generalmente queda satisfecho cuando se retira a mirar lo" pintado?
—No, no, no. Uno nunca queda satisfecho. Después de una segunda vista le podrá agradar. Pero así es el oficio. Yo ya me acostumbré a vivir para pintar solamente.
—¿La pintura le da para vivir?
—No; es muy difícil. Yo a veces vendo pintura, pero para ganarme la vida trabajo en la compraventa de antigüedades. En • febrero vendí seis pinturas, en una pequeña galería de Santiago que me ubicó y llevó trabajos míos. Pero eso no pasa a menudo. Directamente he vendido, pero muy poco.
—Es que su pintura no es como para adornar un living, ¿no?
—No, no; pero hay coleccionistas que compran pintura; gente que tiene tanta plata que no halla qué hacer con ella y compra pintura no sé si por agrado o por inversión, pensando que en el futuro el autor irá a ser grande... Yo he vendido pinturas de dos metros por metro ochenta con 'gallos' sufriendo en una cama y, en colores fuertes...
—¿Qué le pareció el nivel de este Arte Joven?
—A mí en general me gusta el Arte Joven, porque se ven cosas nuevas, jóvenes en realidad. Es entretenido. (Menciona algunos ejemplos).
—¿Cree que se puede ganar el Arte Joven con un trabajo experimental?
—...Sí; yo pienso que todo es posible. En realidad, todo depende de esas tres personas que deciden. Lo que estas personas eliminan a lo mejor otras tres personas las dan ganadoras...
—¿Qué planes tiene a futuro? ¿Alguna beca o algo así?
—-Yo siempre he aspirado... Claro, conseguir una beca, viajar... Es bien complicado. Yo no soy de esas personas que buscan las cosas. A mí las oportunidades que me han dado, me las han ofrecido. Yo no busco entrevistas ni cosas por el estilo.
Soy más bien retenido y tírnido en eso.
—¿Cree que hay un buen nivel en la pintura joven de la zona?
—En Valparaíso se hace pintura y se hace buena pintura. El problema es de oportunidades, porque aquí uno topa techo muy rápido. Es tan chico... Valparaíso no ofrece más oportunidades.
—¿Qué haría si le prohibieran pintar?
—...Me dedicaría a lo que más sé... En realidad, yo pinto porque sé hacerlo... Haría algo relacionado con el arte... Haría muebles. Pero en realidad mi futuro está en la pintura. Yo sé lo que soy.
—¿Le gustaría ser famoso?
—Claro... O sea, más que famoso, me gustaría que mi trabajo fuera reconocido; fuera un arte verdadero, personal... Fama... ¿Qué es la fama? ...Porque hay famas, famitas y famotas...
Eugenio Rodríguez

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RECETAS PROBADAS
Mercurio,Valija Cultural 30/08/93

Ayer fue inaugurada la XV Versión del Concurso de Arte Joven, organizado por la Universidad Valparaíso. Se informó que fueron cerca de 600 las obras recibidas por la comisión organizadora, de las cuales seleccionaron 145. Cantidad sin precedentes, si pensamos que hace cinco años el número de piezas no sobrepasaba las 300.
Este año la selección y designación de premios estuvo centrada en las opiniones de un representante de Santiago el pintor José Balmes más dos artistas y docentes de la región José Balcells, escultor, y Gumaro Fermandois, pintor quienes determinaron nueve menciones honrosas, cuatro premios de especialidad y; el galardón único Premio Universidad de Valparaíso.
La muestra por vez primera y, debido a la gran cantidad de obras seleccionadas, será expuesta en tres recintos culturales cercanos a la Sala "El Farol", conformando un circuito entre la antes nombrada y la galería del Instituto Norteamericano, más las dependencias del Ex Café Vienes, hoy recinto municipal de exposiciones.
No fue precisamente un iniciado en la plástica quien se llevó el Premio de Honor.
Edwin Rojas —pintor de la región— a meses de sobrepasar el límite de "lo joven", obtuvo la distinción con un trabajo de pintura en acrílico que difiere de lo que se le ha conocido hasta ahora. Desaparecen las figuras humanas, para dar paso a lo que el artista define como "una pintura que sale de la cabeza", lo que queda en evidencia en una pieza atitulada, donde no apuesta a mayores atrevimientos en cuanto a lo emocional y se limita a trabajar planos de colores, tierras con algunos toques de informalismo, manifestado en la aplicación de texturas obtenidas sobre la base de arenas.
También de la región son dos artistas que se adjudicaron premios de la especialidad. Mario Ibarra — ex Páté— incursiona en lo experimental congrafitados, al estilo Benmayor sobre la piel de vacuno, enmarcado por una trama de estopa. Por su lado, en gráfica, Claudia Cataldo con su imagen probada de los jabalíes recordemos que con piezas similares ganó premio en el último Salón Regional evidencia una capacidad en el dibujo, donde nos hubiera gustado asistir a nuevas ideas.
De seguro son muchas más las propuestas que la muestra colectiva reúne en estos jóvenes artistas y, si el año recién pasado definíamos el conjunto como "un arte demasiado joven", esta versión 93 da pruebas de que los destacados acertaron con recetas probadas...
María Ester Saldivia Jara

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